Add parallel Print Page Options

Pero tócalo en su propia persona y verás cómo te maldice en tu propia cara.

El Señor respondió al acusador:

—Está bien, haz con él lo que quieras, con tal de que respetes su vida.

El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel que lo cubrió de pies a cabeza.

Read full chapter